Cuenta la leyenda de un país cuyo nombre y ubicación se desconoce, donde todo era color gris y negro.
Sus ciudades cubiertas por enormes columnas de humo e invadido de letreros con otros idiomas, gente desempleada vagando por las banquetas rotas, diversas personas trabajadoras con bajos salarios ahogadas por las tasas de interés y los altos impuestos hablaban con viejitos harapientos que generaban errores y omisiones al perder sus afores.
Un país donde el gasto público solo era identificado por un déficit fiscal, pues un superávit fiscal era solo una utopía. Estado sin ley ni bienestar social, sumergido en contantes inflaciones y un creciente déficit comercial, por la invasión de importaciones de naciones extranjeras, todo sujeto a un supuesto y ficticio “libre comercio”.
Pero aun en la penumbra los ciudadanos todavía creían en el ahorro, pero no de su moneda nacional, si no de divisas como el euro, la libra esterlina, e incluso sus gobernantes tenían y debían en dólar fix.
Bancos comerciales, la bolsa de valores, el banco central eran quienes manejaban las reservas monetarias de aquella nación desconocida, donde el tipo de cambio fluctuaba a capricho de empresas y bancos, igualmente de ellos dependía la estabilidad macroeconómica y el producto nacional bruto, todo a merced de estos mercenarios extranjeros, y permitido por los gobernantes de esta nación quienes vendía la soberanía de su país cual fuera petróleo.
Subsidios de bienestar social era el circo del pueblo, lo valoraban como si fueran metales preciosos, todo debido a la extraordinaria política económica y social de la nación. Todo era negro y gris.
Noticias ilusionaban al pueblo de esa bendita nación, manejando la inversión extranjera directa y oscureciendo la fuga de capitales, seguían con fervor las sociedades de inversión, mientras los niños aún seguían sin nombre en cajas de cartón. Se hablaba de un desarrollo económico, pero solo era por colonias, pues los baches aún seguían adornando las calles de aquel país.
En esa nación fracturada por injusticias y desolación existían aparatos gubernamentales, como la mentada secretaria de economía que la hacía de todo como: autoridad monetaria, intermediario bursátil entre otras. Esto tenia este país donde todo era negro y gris, es un ejemplo claro para nosotros los mexicanos que ya somos de colores, aprendamos de los demás para vivir la gloria del nacionalismo extranjero, vivamos en paz y con nuestro hasta ahora bien logrado bienestar social, gocemos de esto que ahora tenemos, porque nosotros somos de colores y nunca dejaremos de serlo……
Atte. El Presidente
No hay comentarios:
Publicar un comentario